Laura
Visitamos Agios Nikolaos en septiembre pasado y descubrimos que, además de la ciudad, que es muy hermosa, hay muchas cosas para ver y hacer incluso en las aldeas cercanas. En particular, tuvimos mucha suerte de que nos aconsejaron visitar el pueblo de Kritsa.
Antes de llegar al pueblo, nos paramos en la iglesia de Panagia Kera para admirar el impresionante fresco de San Francisco de Asís y nos quedamos encantados con el ambiente en esta iglesia. Nos recomendaron que visitáramos también otras de las iglesias del pueblo, como la iglesia de Afentis Christos, la de Agios Georgios con escenas de la vida del santo y la de la Transfiguración de Jesús (Metamórfosi tou Sotiros en griego), con frescos que datan de los siglos XII y XIII. Ya que las distancias eran muy cortas, decidimos ir a todas las iglesias. También visitamos dos museos, el museo «Rodanthi» con plantas y hierbas de Creta y la «Casa de Kritsopoula», un pequeño museo folklórico. Fue también muy interesante visitar la sede de la cooperativa agrícola local y ver cómo se produce el aceite de oliva y la cooperativa de mujeres, donde tuvimos la suerte de probar deliciosos postres artesanales tradicionales.
Luego, nos aconsejaron que también fuéramos a Kroustas, un pueblo ubicado a pocos kilómetros de Kritsa. Por lo tanto, regresamos al día siguiente, para visitar también el sitio de la antigua ciudad de Lato, que nos impresionó mucho. Nos sentamos en una taberna tradicional donde probamos pan tradicional «eftazimo» recién hecho, makaronia skioufihta (pasta local hecha a mano), «mizithropites» (pasteles tradicionales de queso) que se comen con miel y almendras locales, ya que el área está llena de almendros. Comimos deprisa para no perder la visita guiada sobre el miel y el pan «eftazimo». Nos dijeron que contiene pimientos picantes y harina de garbanzo y nos sugirieron que lo probáramos caliente con miel y así lo hicimos. Al salir, comprarnos tanto pan «eftazimo» como miel. Caminando por el pueblo, nos impresionaron las mujeres que estaban sentadas delante de sus casas y charlaban tejiendo y nos recibieron muy cordialmente. No queríamos irnos, así que caminamos por las calles del pueblo por un poco más y tomamos café en un pequeño café tradicional.
Nos dijeron que hay otra aldea que se llama Prina, conectada con Kroustas por un camino que pasa por el bosque, que es también famosa por su miel. Lamentablemente, no teníamos tiempo suficiente para recorrer los senderos del área. ¡Realmente espero que podamos hacerlo en nuestra próxima vivita!